Los 400 golpes Al final de la escapada.
Y tu sonrisa se me clavaba. Tu mirada también. Pero no sólo había dolor en el filo de los puñales que me clavabas. También había satisfacción, deseo, amor, lascivia, ganas de...
Y tu boca era mi perdición.
Y me volviste a mirar.
Y me volviste a sonreír.
Y volvió el dolor. Y el deseo. Y el amor. Y las ganas de.
Pero te tocó desclavármelo y sólo quedó lo más obvio: la herida de la derrota.
Por la acera de al lado, con un vestido de flores y una evidente decadencia emocional, mi pasado.
Delante, un presente huidizo, que escapa en cada curva de cada cuerpo de mujer.
Pero... ya es mañana, que más da.
El último párrafo es jodidamente brutal.
ResponderEliminarY...pásate las noches por ahí.Sé que hay alguien que también te busca a ti ;)